jueves, 11 de julio de 2013

VILLAESCUSA DE LAS TORRES

Hoy, de nuevo he pasado más de media mañana en Las Tuerces y en Villaescusa. Bicicleta y máquina de fotos, andar y charlar con alguno de sus indígenas. La pequeña aldea me parece uno de los lugares más idílicos que conozco en la Península Ibérica. Por ello quizás, por la maravilla de Las Tuerces y porque está a tiro de piedra de Aguilar de Campóo, ya llevo 40 años conociéndolo, visitándolo y disfrutándolo.
La Iglesia se mantiene en lo más alto del estrecho barranco entre rocas
La fuente, recién limpiada por Tito a su llegada de Bilbao. El otro día me costó encontrarla bajo el agua y entre fango-hierba  
 Ti
Tito (80 años) preprar la leña para el invierno

La casa de Dolores (74) y Tito. El nació y vivió aquí. La arregló y vuelven en verano
Lo atraviesa el ferrocarril desde quizás finales del s XIX. Tuvo esplendor en la década de los 50, que hubo hasta apeadero para el tren. Porque además de los campos, la cantera  suministró material y mano de obra para hacer el puente nuevo (el anterior era de hierro) de piedra (que quedó inacabado) y llevaban piedra y canteros hasta el Puerto de Pozazal, entre otros lugares cercanos de la comarca.
El paso a nivel que no pueden evitar. El tren les ha dado vida y les ha quitado aquí varias
Y una vieja barca... que navegaría por el Pisuarga de al lado.
El nuevo puente peatonal, casí única obra pública a la vista del siglo XXI
El puente de piedra de 1950 se quedó sin terminar
El Pisuerga y el nuevo puente de hace sólo unas décadas que les abrió la carretera a Valoria de Aguilar

Antes de los sesenta empezó la emigración. Se acabó el trabajo, se marcharon los canteros. Como en toda España  lo rural se empezó a terminar. Parecía que era más fácil ganar el maná en la ciudad, en la industria... y que eso iba a durar para siempre. De 50 casas habitadas y unas 300 personas, ha ido bajando hasta las menos de 10 que viven todo el año.

A la antigua Merindad  de Aguilar pertenecía el actual Pantano del Ebro y todos sus alrededores.
Si no ha muerto del todo es por la cercanía de Aguilar.  Algunos indígenas, desertores del campo, han arreglado las casa semicaídas y han vuelto al menos en verano. Otros "pudientes" del cercano Aguilar también tienen aquí su descanso. Hay dos casas rurales, pero aún veo muchas más caídas. además de las que me dicen  que ya han desaparecido del todo.

Y el gallo se lleva a las gallinas para defenderlas de este depredador humano
El pequeño arroyo de agua clara atraviesa la aldea
Hay que tener ingenio y necesidad para fabricarse esta señal de tráfico
Queda esta torre medieval, atacada por la naturaleza y el olvido


Un huerto de patatas... y Las Tuerces, siempre al lado y arriba
El río Pisuerga y esa montaña de rocas horadadas, de 80 millones de años las más jóvenes, siempre serán un imán para atraer a los humanos, aunque sólo sea para el deporte y el ocio. Yo desde luego pienso volver.

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