domingo, 7 de enero de 2018

CIRCUITO NEVADO DE COVALAGUA (1311)

Extraordinaria y dura mañanera. Seis horas de lucha y disfrute, Contra y con la naturaleza en sus expresiones más extremas y bellas a la vez. Nacimiento de un rio, hielo, cascada, escalada, cueva, nieve, lobera, páramo, espeleología, mirador, viento,Valderrible, niebla, menhir... y hasta un Guggenheim en el nevado páramo palentino. Dije verdad ayer... " me espera el mejor conocedora de la zona". Gracias, Francisco Gutierrez Garcia. Ahora, pasándome las fotos, va a petar el sistema.
 

Para situarnos... jornada invernal anunciada como de mucho riesgo en toda la Península Ibérica. Esta vez la alerta va nada menos que para 46 de las 47 provincias peninsulares del Estado  Español. Algo así como... que con este "aviso", el Estado se lava las manos con los "imprudentes".  Vamos bien equipados, somos fuertes, experimentados y Paco (47), el lugareño, conoce cada palmo del terreno.  Con todo, no veremos a nadie. Rectifico, el quitanieves con el chofer durmiendo dentro, está a las 9,10 h. en la Carretera Aguilar-Burgos. A partir de ese punto, iniciamos una carretera local con  varios centímetros de nieve. Llevamos ruedas casi nuevas de invierno.

Nuestras "máquinas", tanto las electrónicas como las de carne y hueso, son buenas... y hasta fiables.

El circuito pequeño, hecho hace pocos días por Paco y Avelino, se queda en 10,6 kms. Hoy lo hemos estirado, con algunos desvíos intencionados buscando lugares interesantes.

Recientes limpiezas, obras y mejoras para el visitante poco experto en la naturaleza, han ampliado seguridades, información y aparcamientos. Discutible y discutida su idoneidad, es obvio que se ha dañado a la naturaleza. Es lo que conlleva ese moderno título de "Parque Natural"... que ahora es mucho menos natural que antes de otorgarle el título.

Monumentos a no sé qué. Altares, demasiados altares se siguen haciendo en este Estado aconfesional... pero hay pasados que no van a pasar tan fácil, constituciones y leyes que no se cumplen ni hay intención de que se cumplan.

Para subir al nacimiento del río Ivia, que da nombre al Municipio (Pomar de Valdivia), tenemos la mayor dificultad del día. Nos salimos del circuito "oficial" y regresamos de nuevo a él. Hay que trepar y hacer unas decenas de metros por un corte horizontal de la roca. La cueva no tiene más alicientes que poner ala vista el agua que llega por la entrañas invisibles de la montaña rocosa de debajo del páramo.

Paco, más joven, atleta y conocedor del lugar, encabeza la trepada a pelo. Varios minutos después, ya heladas  nuestras anteriores pisadas, el descenso es más peligroso.
 
La estrecha senda horizontal a pie de roca es de gran belleza y mucha precaución. Las mochilas el peor enemigo. Nos obligan a agacharnos y hacer varios metros en cuclillas y casi gateando.
 
La cueva donde nace el Ivia. Hoy había agua y se deslizaba en cascada, pero su caudal era escaso, dada la fechas y el temporal anunciado.
 
El encanto del deslizamiento del agua en su caída está más en la musgosidad, por lo que la nieve de hoy no hace justicia en las fotos con su belleza.
 
Retornamos al circuito marcado. Está la ascensión más pronunciada. Es un casi el fondo de un
barranco en V, que en pocos minutos nos lleva al paso pétreo que nos colocará en el páramo. 
 
 


La naturaleza hizo los primeros escalones, la mano del hombre los ha acomodado a su seguridad. Es  visible la pared primitiva de refuerzo, la reciente y la mejora de algunos escalones.
 
El circuito lo iniciamos nada más tomar la altiplanicie del páramo. Los páramos  nunca son tan atractivos como los valles, laderas, bosques ,peñas, etc. Pero hay que encontrarles su encanto. Y rezar para que no se eche la niebla, porque entonces son peligrosos de llevarte al precipicio del corte, casi siempre al final de ellos.  Aquí se marcan claramente un montón de dolinas, esos hundimientos en redondo de varios metros de diámetro. Como debajo está perforada  la roca con muchas galerías (cuevas) ,sus hundimientos se muestran fuera en la superficie.
 
 
Volvemos a bajar por uno de los pasos dirección al Valle (Valderredible). Nuestro objetivo es encontrar la Cueva del Toro, curiosamente famosa porque vivió/se escondió tiempo "El Cariñoso", uno de los maquis tras la Guerra del 36 más buscado, con leyendas y realidades para muchas historias. Es difícil encontrarla sin conocer el sitio, sin senda y todo nevado y tupido de hayas y avellanos nevados. 
 
 
El encuentro de la Cueva del Toro, muy escondida, nos da una gran satisfacción añadida. Le dedicamos tiempo y fotos. Como tenemos equipo adecuado, nos adentramos un buen rato por su larga galería, aparentemente tapada en algunos puntos. El intenso olor a orines de animal, quizás marcando territorio, prudentemente nos invita a retroceder de sus hondas entrañas. No vemos otro peligro. El cambio de temperatura, que nos ciega el objetivo de la máquina principal, por otra parte nos sube casi 10 grados de temperatura. Es la de las bodegas, 12º aprox. Aquí van unas fotos más.
 

 
 

Llegar tan adentro en la Cueva del Toro, con tan pocos medios, es uno de los logros de la mañana que ni soñábamos.
 
Desde la Cueva hasta el Pozo del Lobo es una ladera y parte de una senda idílica, donde los árboles caídos por la nieve y las gigantes piedras del corte rocoso del páramo  cárstico, no me permiten quitar la vista y la mente de los miles de fotogramas que almaceno. Sólo unos pocos, más de un ciento, me llevo en mi humilde cámara (móvil). De repente se abre el bosque y la visión nos enseña el "circo" fértil de Valderredible, aunque la niebla nos empieza a hacer sus entradas, guiños y salidas fugaces.
 
 
 
Aún queda recorrido. Tras ver con cierto detenimiento la lobea o pozo del lobo, demasiado bien restaurado, subimos de nuevo al Mirador de Valcabado.


 
Hasta el Mirador de Valcabado se llega en coche. Hay aparcamiento, pista asfaltada, un balcón enorme para cientos de personas.... Como amante de la naturaleza, no puedo aprobar esta "obra", pero es lo que hay en la Edad del Consumo. Luego, cuando la naturaleza estornuda, nos cagamos y pretendemos justificar lo injustificable.
 

La niebla y las dolinas juegan con nosotros, cuando pretendemos ir desde la Cueva de los Franceses hasta el Menhir de Cantohito. Lo conseguimos casi en rectilínea. Y a la vuelta ya nos curvamos en exceso. La niebla es el amigo más incómodo en la montaña para este caminante. Hay tres menhires más, cercanos pero están rotos o caídos. El regreso final, desde la Cueva turistizada, es de relajo y charla multivariada, por parte de asfalto y senda amplia, con extraordinaria vista al oeste y en lontananza de la Montaña Palentina con sus Espigüete y Curavacas, como techos palentinos junto al cielo.

El menhir de Cato Hito,  como los otros tres caídos y cercanos, son mojones de separación de pastoreo. Tiene tres metros de altura a la vista y pudiera tener otro tanto enterrado. Se localiza en el Páramo de la Lora a 1,5 Km. de la boca de la Cueva de los Franceses, en dirección Este y a una altitud de 1.175 m.

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