viernes, 23 de octubre de 2015

COLLARADA (2886) Y PEÑA OROEL (1770) EN 26 HORAS


Y bajando hasta Jaca (818). Y en medio, ceno y duermo, escribo y actualizo mi ciberespacio, hago vida social con mi compañera y la invito a comer.
Foto a las 16,10 h, desde el coche en el acercamiento a la base.

A las 4 de la tarde, con el permiso y ánimo de Dulce, marcho a la Peña Oroel para intentar la quinta montaña/travesía en estos seis días de estancia en la Jacetania. El parador de Oroel está a 10 kms. de Jaca y 1200  metros de altura Una senda bien abierta en el hermoso bosque sube pendiente hasta el collado abierto, del que todavía queda más de media hora a la cruz en senda menos pendiente. Hay que salvar 570 metros de desnivel. En hora y media se puede hacer, pero rápido y sin entretenerse.
En el recorrido hay varios carteles informativos.
Se vislumbran al N. la muralla de montañas rocosas,  destacando Collarada y Axpe.

Al iniciar el camino andante, a las 4,20 h., un francés que ha perdido sus gafas graduadas arriba, me encarga que si las encuentro las deje en el Hotel Regio y le informe por su e-mail.  Un rato más tarde bajan Ramón (71) e Itziar (74) montañeros de Donosti-Antiguo con los que intercambio conversación montañera… “aún estamos sin comer”. Después serán otra pareja de navarros de Pamplona, Javier (44) y Begoña (39), curtido en montaña parece el primero… “he hecho el Collarada varias veces”. Y antes de la Cruz, veo descender de ella corriendo a Oscar (35)… “soy de Bernués y subo corriendo más de cien veces al año… no me gustan las carreras de montaña porque se han convertido en un consumismo más” –  Coincidimos en mucho y así se lo digo… “Me alegra un montón que los nativos conozcáis y disfrutéis los que más  vuestra naturaleza y montaña, que sigas muchos años así”.
Subo algún pequeño tramo corriendo, sin mochila ni prendas de agua.



Desde los 1650 m. aprox. hago tres fotos para completar  la amplitud rocosa del N. que se aprecia a unos  25 kms. en linea recta.


La faena de la tarde, la detecto unos minutos después, a tan sólo unos 200  de la cima, cuando busco el móvil para sacar otra foto. Lo he perdido. En el kilómetro y medio anterior, tras rebobinar y memorizar donde he sacado la última foto. Van a ser dos horas y cuatro viajes de reconocimiento y peinado de mis anteriores pasos. Anochece cuando estoy a punto de abandonar la búsqueda. Respiro hondo al encontrarlo encima de unos brezos bajos. Al no cerrar la cremallera de mi chaleco, se me ha marchado sin permiso.

Entre estas dos fotos, desde casi el mismo lugar, hay dos horas de diferencia. Son las que me ha costado subir y bajar varias veces rastreando el recorrido hasta encontrar el móvil/cámara.

Además de no encontrar las gafas del francés, que no he olvidado de buscar en mis casi tres horas de paseo casi peinando el suelo, este incidente me desgasta y se hace de noche.  El palo de avellano, que me fabriqué hace tres días  el el Chemin de la Mâture, me hace primero de lazarillo en la difícil y pendiente bajada dentro de un tupido y oscuro bosque. Después también me ayudo con la luz del móvil, que no tiene linterna. Son las 20,40 h. cuando llego al coche, sin haber tocado con mi rodilla el suelo. La luna sólo me hace algunos guiños en los pocos claros finales del bosque, que aunque complican a la vista, animan al cerebro de que ya queda poco.
La luna es testigo de mi descenso nocturno.

A las 21 h. acaba la preocupación de mi fiel compañera, que también lo ha sido para mí. Y cenamos en buena armonía.
Esta es la gran cruz del Oroel, bien visible desde Jaca, que hoy he podido tocar pero no retratar.

La aventura y la montaña a veces nos cobran algún tributo. La calma, la constancia, las ideas y la mente clara casi siempre nos dan una solución positiva.

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