He descendido de las altas montañas pirenáicas a mi humilde montaña ayalesa. En mis caminos peregrinos he practicado con frecuencia el caminar descalzo para airear y fortalecer los pies. Hoy lo hago desde Pozoportillo (466) con sólo unos viejos calcetines de lana. Es mi primer monte descalzo. Entre ida y vuelta son dos kms. de asfalto con piedrillas y otro tanto por pradera y arbolado. El único problema van a causarlo los casi invisibles pinchos de los secos cardos, que se enredan en la lana y acaban alojándose en las plantas de los piés. ¡También así se fortalecen para futuras necesidades perentorias!
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Quejana con Peregaña al fondo | |
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Esta cima ayalesa es de las más fáciles "centenarias". Desde el alto de Laisilla (506) en Ozeka, hasta donde se llega en cualquier turismo, sólo hay media hora a pie con un suelo muy cómodo y unas vistas excelentes.
Mi consejo es dejar el vehículo en el aparcamento de la Torre de Quejana (foto) y hacer el recorrido a pie por Pozoportillo (foto) y descender a Beotegi por el Camino Real de arrieros y por asfalto hasta el coche. Son unos diez kilómetros, ideales para una mañanera relajada disfrutando de la panorámica de Ayala y Salbada. Muy válida para familias con niños y ancianos un poco entrenados.
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Venta Pozoportillo, con Sierra Salbada detrás y el Eskutxi (1178) escondido en el centro de la foto a sólo unos metros del "casco". |
A las 13 h. regreso a la Venta. Me espera duro trabajo de trasladar tierra en carretillas y trasplantar un abeto que me estorba. La más tonta de las caídas al terminar de arrancarlo da con mi espalda en el borde pétreo y pronunciado de la rústica acera. El intenso dolor y dificultad respiratoria me "anuncian" la posible fractura de alguna costilla. Unos minutos tumbado para recuperarme y a comer. Por la tarde termino el trasplante con bastante dolor.
Recuerdo la anécdota que nos contó el histórico "rey" montañero Messner en Bilbao. Una caída tonta en su castillo, a donde subió a entrar por la ventana por haberse dejado las llaves, casi le deja en silla de ruedas. Y le inutilizó para seguir hollando cimas. Ni yo soy él ni mi árbol es su castillo... pero las caídas tontas las podemos tener todos. ¡Mis costillas se van a recuperar... pero al abeto le tendré que ayudar en su nuevo destino!
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