domingo, 21 de febrero de 2016

RESOBA (1090) Y SARANO (1500)

Hoy me  atrevo con la nieve de las alturas en la Montaña Palentina. La helada del amanecer me retrasa el acercamiento a Cervera. A las 9 h. ya han "volado"  los puntuales alpinistas cerveranos que cada domingo excursionan la mañana a alguna de sus montañas. Y en el Hotel El Roble, me encuentro desayunando fuerte a ocho del Alpino Padura de Arrigorriaga. "Ayer hicimos el Valdecebollas, en esquí de travesía, pero hay poca nieve. En media hora te decimos el plan, porque la chica tiene una rozadora fuerte..." Joseto, una vez más, ejerce de "abuelo"...
Y marcho otra vez de lobo solitario, porque es dificil que coincidan con mi "estilo" de ir descubriendo nuevas rutas. Resoba no conozco. Es  de los pueblos más altos y con más suelo de Palencia. Dejo el coche y sigo para la montaña, porque no hay a quien preguntar.
Resoba (1090) 9,57 h. 4 casas habitadas en invierno, unas 17 en total, 4 ganaderos con más de 400 vacas de carne, uno de los pueblos más altos y extensos de Palencia, por el que pasan 4 ríos.  
Subir a la montaña sin conocerla, es arriesgado siempre. Y con nieve más. Mi fortaleza, experiencia, conocimiento general de la amplia zona y excelente día me lo permiten con reservas... porque por el  rigor invernal no me voy a alejar más de dos horas del pueblo y ni ascender más allá de un desnivel de 400 metros. 
Cuatro ganaderos del pueblo tienen más de 400 vacas de engorde.
Una veintena de rebecos "juegan" conmigo... porque a subir a las alturas siempre me ganan. Las cuatro horas de travesía por las rocas y la nieve  están plagadas de sus huellas  o  animales de similares pezuñas. El depredador humano llega conmigo a pelo... y con motor se le oye rugir  cerca en la carretera Cervera-Velilla.

Terneras y vacas de engorde cerca del pueblo primero, y una veintena de rebecos o venados en grupo son los únicos seres que se sorprenden de mi presencia... En mi estilo de hacer rutas circulares para conocer mejor la montaña, regreso desciendiendo por la ladera menos soleada, donde aún queda mucha nieve. Un pequeño regato se va haciendo grande y no me deja volver al sol. En dos horas de descenso me empapo hasta las rodillas... y así tengo que marchar a Aguilar, el punto de salida mañanero. Con Jorge (28), que vive en Aguilar, charlo el último cuarto de hora en el pueblo y me da  los datos anotados, alturas y nombre incluídos. "Subo todos los fines de semana a la casa -esta nueva de aquí- que hace unas décadas hizo mi padre, porque somos de aquí".
  







Y ayer a media tarde, rescataron en el Curavacas, aquí al lado, a un montañero burgalés de 45 años, que se acababa de dejar la vida al caer por una arista. La montaña, de vez en cuendo, nos cobra su "tributo". 

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