VALDECEBOLLAS (2144), PEÑA SESTIL (2065) Y PEÑA RUBIA (1934)
"El viento gélido y muy fuerte, baja la temperatura y mantiene helada
toda la cima "acebollada" del míitico Torreón de la Montaña Palentina.
He llegado hasta los 2080 msnv y a tan solo 250 m. de la cima. La falta
de crampones y piolet de hielo, me ha aconsejado regresar. Peña Sestil y
Peña Rubia aún me han costadon otras dos horas hollarlos. Y, ladera
abajo, entre piedras, escobas y neveros continuados, he llegado a las
17,30 h. al aparcamento de la antigua estación de esqui de Golobar, a
unos 1500 msnv., donde sólo esperaba mi coche. La sensacion térmica en
las cimas y el corte acuchillado entre ambas, oscilaba entre -5 y -10º" .
(Facebook)
Tras las nieblas del amanecer, pronto el radiente sol muestra el azul perfecto en su inmenso entorno. Me basta con con el habitual café con leche casero para una larga y dura jornada en la montaña. En mi mochila, sólo unos guantes finos de lana, que no llegaré a sacar para usarlos, una complementaria chamarra de abrigo sin mangas y un botellín de 0,333 de agua con tres galletas de chocolate. Es como hacer una jornada de ayuno.
La zona a la que voy, la tengo super conocida y experimentada, tanto en las más congeladoras como en las más asfixiantes jornadas. Como Vivaldi, la conozco bien en las cuatro estaciones. Pero, los montañeros, al menos este montañero y aventurero, siempre cometenos algunos errores. No he calculado la boina o txapela de capa de nieve helada que se mantiene en la extensa cumbre acebollada de este gigante palentino. He debido meter en la mochila los crampones y el piolet de hielo. En condicones no extremas, esta montaña me resulta un agradable paseo de media mañana.
A las 10 h. llego a la antigua estación de esquí de Golobar. Siete patrullas de la Guardia Civil-Seprona, con unos 28 operarios, aceleran los todoterrenos del Estado por los hielos cercanos y la nieve ya acumulada desde el principio de la carretera que sigue hasta las ruinas del Refugio. Al adelantarles, me cruzo con sólo dos de los más jóvenes que andan sobre la nieve hielo en una moto de nieve. Pronto, al tomar distancia, ya no les veré más ni oiré, porque a mi regreso al lugar, 17,30 h. ya han desaparecido hace rato.
Me alcanzan pronto dos montañeros sexagenarios de Reinosa, a los que acompaño y compartimos un rato de charla. Con ellos y con tros dos más jovenes, de Santander, que vienen por detrás, nos juntamos en el collado, en la cota 2000. Hacia las 12,15 h. nos despedimos. Los dos jovenes son escaladores y van a ver la Cascada de Hielo, unos 300 metros de cota debajo de la cima en el NE.
Los dos veteranos no se atreven con la cima y marchan tras los escaladores.
A las 12,30, tras avanzar por la casi llana cordada, primero dos jóvenes con raqueta seguidos de otros dos a varios metros, me cruzan en su descenso. Saludos, preguntas de rigor, el de donde venis y cómo está para subir. No me desaniman, pero advierten que hay hielo hasta la cima, aunque a veces en superficie se vea un poco de nieve en polvo. Despedida y avanzo 50 metros muy lentamente. Probablemnet cota 2080 y unos 250 metros hasta la cima. No aprecio que apenas hayan roto el hielo, por lo que dudo que hayan avanzado más metros que yo. Desde el collado, en el que llevo más de media hora, no les he visto en la cima. Y la presencia a esa distancia y con nieve es evidente.
Varias fotos desde la cota 2080 y me replanteo el regreso, con muchísimo cuidado en la zona helada.
Después llego el Peña Sestil, sin rastro de huellas. Y, por la ancha cordada, hasta los tres puntos altos del Peña Rubia. El viento es helador y ha hecho la separación de nieve y desnieve. Voy por la calva, donde el Eolo me congela con una sensación térmica que puede alcanazar en rachas los -10º.
Las horas avanzan. A las 14,30 h. encuentro un pequeño respiro defendido por las rocas para comer las tres galletas y beberme medio botellín de agua. No hay más alimento en mis 7,5 horas de gran esfuerzo ni en sus cercanas de aceramiento y llegada con el coche al destino final a las 18,15 h.
En Peña Rubia, a las 13 45 h., no está el objetivo cumplido. El descenso me va a resultar muy problemático. Si avanzo en descenso al S. me meto en una nieve muy desigual. Retorno al viento sin nieve, pero me alejo. Al final me atrevo en casi vertical, con la vista directa al aparcamiento. Hay mezcla de nieve dura y blanda, piedras y "escobas" (retama/cytisus scoparius) en todo el tramo, agujeros, ramas atravesadas, cananillos de agua bajo la nieve. Tardo una hora en un tramo que con buen tiempo y cogiendo la bajada buena, hubieran sido unos 20 minutos. Mi habilidad, agilidad física y concentración mental, consiguen que no me haga ningún rasguño ni golpe con dolor. Ni siquiera el cansancio me gana la partida ni los músculos me traerán dolor alguno. No es bajada para recomendar. No es bajada de gran peligro. La carretera y un coche de vigilancia de montes de Seprona se mantendrá a unos cientos de metros en la carretera algo cubierta de nieve y hielo. Y les supongo estar vigilando mi accidentado descenso con sus prismáticos. No nos cruzamos en mi llegada al asfalto, a más de un ciento de metros entre su vehiculo y el mio. La mojadura sólo es total de rodillas para abajo.
A las 18,15 h., cuando llego a comer a casa, mi compañera, que ha estado en todo momento informada de mi ubicación y dificultades, invita como anfitriona a una merienda-reunión a las amigas aguilarenses.