Y bajando hasta Jaca (818). Y en medio, ceno y duermo,
escribo y actualizo mi ciberespacio, hago vida social con mi compañera y la
invito a comer.
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Foto a las 16,10 h, desde el coche en el acercamiento a la base. |
A las 4 de la tarde, con el permiso y ánimo de
Dulce, marcho a la Peña Oroel para intentar la quinta montaña/travesía en estos
seis días de estancia en la Jacetania. El parador de Oroel está a 10 kms. de
Jaca y 1200 metros de altura Una senda bien abierta en el hermoso bosque sube
pendiente hasta el collado abierto, del que todavía queda más de media hora a
la cruz en senda menos pendiente. Hay que salvar 570 metros de desnivel. En hora y media se puede hacer, pero
rápido y sin entretenerse.
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En el recorrido hay varios carteles informativos. |
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Se vislumbran al N. la muralla de montañas rocosas, destacando Collarada y Axpe. |
Al iniciar el camino andante, a las 4,20 h., un francés
que ha perdido sus gafas graduadas arriba, me encarga que si las encuentro las
deje en el Hotel Regio y le informe por su e-mail. Un rato más tarde bajan Ramón (71) e Itziar
(74) montañeros de Donosti-Antiguo con los que intercambio conversación
montañera… “aún estamos sin comer”. Después serán otra pareja de navarros de
Pamplona, Javier (44) y Begoña (39), curtido en montaña parece el primero… “he
hecho el Collarada varias veces”. Y antes de la Cruz, veo descender de ella
corriendo a Oscar (35)… “soy de Bernués y subo corriendo más de cien veces al
año… no me gustan las carreras de montaña porque se han convertido en un
consumismo más” – Coincidimos en mucho y
así se lo digo… “Me alegra un montón que los nativos conozcáis y disfrutéis los
que más vuestra naturaleza y montaña,
que sigas muchos años así”.
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Subo algún pequeño tramo corriendo, sin mochila ni prendas de agua. |
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Desde los 1650 m. aprox. hago tres fotos para completar la amplitud rocosa del N. que se aprecia a unos 25 kms. en linea recta. |
La faena de la tarde, la detecto unos minutos después, a
tan sólo unos 200 de la cima, cuando
busco el móvil para sacar otra foto. Lo he perdido. En el kilómetro y medio
anterior, tras rebobinar y memorizar donde he sacado la última foto. Van a ser
dos horas y cuatro viajes de reconocimiento y peinado de mis anteriores pasos.
Anochece cuando estoy a punto de abandonar la búsqueda. Respiro hondo al
encontrarlo encima de unos brezos bajos. Al no cerrar la cremallera de mi chaleco,
se me ha marchado sin permiso.
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Entre estas dos fotos, desde casi el mismo lugar, hay dos horas de diferencia. Son las que me ha costado subir y bajar varias veces rastreando el recorrido hasta encontrar el móvil/cámara. |
Además de no encontrar las gafas del francés, que no he
olvidado de buscar en mis casi tres horas de paseo casi peinando el suelo, este
incidente me desgasta y se hace de noche.
El palo de avellano, que me fabriqué hace tres días el el Chemin de la Mâture, me hace primero de
lazarillo en la difícil y pendiente bajada dentro de un tupido y oscuro bosque.
Después también me ayudo con la luz del móvil, que no tiene linterna. Son las
20,40 h. cuando llego al coche, sin haber tocado con mi rodilla el suelo. La
luna sólo me hace algunos guiños en los pocos claros finales del bosque, que
aunque complican a la vista, animan al cerebro de que ya queda poco.
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La luna es testigo de mi descenso nocturno. |
A las 21 h. acaba la preocupación de mi fiel compañera,
que también lo ha sido para mí. Y cenamos en buena armonía.
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Esta es la gran cruz del Oroel, bien visible desde Jaca, que hoy he podido tocar pero no retratar. |
La aventura y la
montaña a veces nos cobran algún tributo. La calma, la constancia, las ideas y
la mente clara casi siempre nos dan una solución positiva.
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